López Yepes, J., & López Hernández, A. (2020). Introducción al estudio de lectura crítica y multimedia en la narración de la ruta de Hernán Cortés hacia México-Tenochtitlan (1519). Cuadernos De Documentación Multimedia, 31, e69160. https://doi.org/10.5209/cdmu.69160
Tenemos el gusto de presentaros nuestro canal de YouTube. Ahí podrás encontrar las explicaciones del profesor José López Yepes, además de otros documentos de interés. Haz click sobre la imagen para acceder a él.
El Jueves 5 de marzo el equipo investigador presentó los resultados del proyecto en la Universidad de Valladolid (campus de Soria). El acto contó con la presencia de todos los investigadores españoles del equipo, y fue moderado por el Decano de la Facultad de Educación.
Desde aquí anduve tres jornadas de despoblado y tierra inhabitable a causa de su esterilidad y falta de agua y muy grand frialdad que en ella hay, donde Dios sabe cuánto trabajo la gente padesció de sed y de hambre, en especial de un turbión de piedra y agua que nos tomó en el dicho despoblado de que pensé que pereciera mucha gente de frío, y ansí muríeron ciertos indios de la isla Fernandina que iban mal arropados.
Bernal:
Y desde aquel pueblo acabamos de subir todas las sierras, y entramos en el despoblado donde hacia muy gran frio y granizo aquella noche, donde tuvimos falta de comida, y venia un viento de la sierra nevada, que estaba á un lado, que nos hacia temblar de frio, porque como habíamos venido de la isla de Cuba, y de la Villa Rica, y toda aquella costa es muy calurosa, y entramos en tierra fría, y no teníamos con que nos abrigar, sino con nuestras armas, sentíamos las heladas, como no éramos acostumbrados al frio: y desde allí pasamos á otro puerto donde hallamos unas caserías, y grandes adoratorios de ídolos, que ya he dicho, que se dicen Cues, y tenian grandes rimeros de lena, para el servicio de los ídolos, que estaban en aquellos adoratorios: y tampoco tuvimos que comer, y hacia recio frio.
Zona arqueológica de Cholula. Fuente: Wikimedia Commons.
Lorenzana:
Desde esta ciudad dirigió Cortés su camino, por Churultecal, o Cholula, y habiendo atravesado la provincia de Guaxocingo, se dejó caer por entre los dos volcanes a Chalco, Cuitlahuac (hoy Tlahuac) e Ixtapalapa, ciudades situadas en la laguna, y desde esta última hizo su primera entrada en México, donde fue recibido de paz, y con toda magnificencia.
Cortés:
Esta ciudad es muy fértil de labranzas porque tienen mucha tierra y se riega la mas parte de ella y aun es la ciudad mas hermosas de fuera que hay en España porque es muy torreada y llana y certifico a vuestra alteza que yo conte desde una mezquita cuatrocientas treinta y tantas torres en la dicha ciudad y todas son de mezquitas”, A cuatro legua de Ccholula visitó unas aldeas de la ciudad de Guasucingo. Mas adelante, y a ocho leguas, se observan “dos sierras muy altas y maravillosas porqie en fin de agosto tienen tanta nieve….Y de la una que es la mas alta salen muchas veces así de día como de noche tan grande bulto de humo como una casa” y subre encima de la sierra hasta las nubes.
Bernal:
Sobre el camino que habríamos de llevar para México …acordamos de ir por Cholula, lo uno porque decían todos que eran grande poblazón y muy bien torreada y de altos y grandes cues y en un buen llano asentado que verdaderamente de lejos parecía en aquella sazón a nuestra Valladolid.
Está asentada en un llano y en parte y sitio donde están muchas poblziones cercanas que son Tepeaca, Tlaxcala, Chalco, Tedcamachalco, Guaxo.cingo y otros muchos pueblos que por ser tantos aquí no los nombro. Y es tierra de mucho maíz y otras legumbres y de mucho aji y toda llena de mayegales que es donde hacen el vino. Hacen en ella mujy buena loza de barro, colorado y prieto y blanco, de diversas pinturas y se abastecen de ella México y todas las provincias comarcanas, digamos ahora como en Castilla lo de Talavera o Plasencia. (149)
Isla de Sacrificios desde Veracruz. Fuente: Wikimedia Commons.
Y llegados cerca de los montes, nos encontramos en el principio o cabo de una isleta que estaba en medio de aquellos montes, distante de ellos unas tres millas; surgimos y saltamos todos en tierra en esta isleta, que llamamos Isla de los Sacrificios: es isla pequeña y tendrá unas seis millas de bojeo; hallamos algunos edificios de cal y arena, muy grandes, y un trozo de edificio asimismo de aquella materia, conforme a la fábrica de un arco antiguo que está en Mérida, y otros edificios con cimientos de la altura de dos hombres, de diez pies de ancho y muy largos; y otro edificio de hechura de torre, redondo, de quince pasos de ancho, y encima un mármol como los de Castilla, sobre el cual estaba un animal a manera de león, hecho asimismo de mármol, y tenía un agujero en la cabeza en que ponían los perfumes; y el dicho león tenía la lengua fuera de la boca, y cerca de él estaba un vaso de piedra con sangre, que tendría ocho días, y aquí estaban dos postes de altura de un hombre, y entre ellos había algunas ropas labradas de seda a la morisca, de las que llaman almaizares; y al otro lado estaba un ídolo con una pluma en la cabeza, con el rostro vuelto a la piedra arriba dicha, y detrás de este ídolo había un montón de piedras grandes; y entre estos postes, cerca del ídolo, estaban muertos dos Indios de poca edad envueltos en una manta pintada; y tras de las ropas estaban otros dos Indios muertos, que parecía haber tres días que lo fueron, y los otros dos de antes llevaban al parecer veinte días de muertos. Cerca de estos Indios muertos y del ídolo había muchas cabezas y huesos de muerto, y había también muchos haces de pino, y algunas piedras anchas sobre las que mataban a los dichos Indios. Y había allí también un árbol de higuera y otro que llaman zuara, que da fruto. Visto todo por el capitán y la gente, quiso ser informado si esto se hacía por sacrificio, y mandó a las naves por un Indio que era de esta provincia, el que viniendo para donde estaba el capitán, cayó de repente desmayado en el camino, pensando que lo traían a quitarle la vida. Llegado a la dicha torre le preguntó el capitán, porqué se hacia tal cosa en esa torre, y el Indio le respondió que se hacía por modo de sacrificio; y según lo que se entendió degollaban a estos en aquella piedra ancha y echaban la sangre en la pila, y les sacaban el corazón por el pecho, y lo quemaban y ofrecían a aquel ídolo; les cortaban los molledos de los brazos y de las piernas y se los comían; y esto hacían con sus enemigos con quienes tenían guerra. Mientras el capitán hablaba, desenterró un cristiano dos jarros de alabastro, dignos de ser presentados al Emperador, llenos de piedras de muchas suertes. Aquí hallamos
E corriendo la costa adelante, vimos una Isleta, que bañaba la mar, y tenia la arena blanca, y estaria (al parecer) obra de tres leguas de tierra, y pusímosle por nombre Isla Blanca; y asi está en las cartas del marear. Y no muy léjos desta Isleta Blanca vímos otra Isla mayor al parecer que las demas, y estaria de tierra obra de legua y media, y allí enfrente della habia buen surgidero; y mandó el General, que surgiesemos. Echados los bateles en el agua, fué el Capitan Juan de Grijalva con muchos de nosotros los soldados á ver la Isleta, y hallamos dos casas hechas de cal y canto y bien labradas, y cada casa con unas gradas, por donde subian á unos como altares, y en aquellos altares tenian unos ídolos de malas figuras, eran sus dioses, y allí estaban sacrificados de aquella noche cinco Indios, y estaban abiertos por los pechos, y cortados los brazos y los muslos, y las paredes llenas de sangre. De todo lo qual nos admiramos, y pusimos por nombre á esta Isleta, Isla de Sacrificios. Y allí enfrente de aquella Isla saltamos todos en tierra, y en unos arenales grandes que allí hay, adonde hicimos ranchos y chozas, con ramas, y con las velas de los navíos. Habíanse allegado en aquella costa muchos Indios, que traian á rescatar oro hecho piecezuelas, como en el rio de Vanderas; y segun despues supimos, mandó el Gran Montezuma que viniesen con ello, y los Indios que lo traían, al parecer estaban temerosos, y era muy poco. Por manera que luego el Capitan Juan de Grijalva mandó, que los navíos alzasen las anclas, y pusiesen velas, y fuesemos adelante á surgir enfrente de otra Isleta que estaba obra de media legua de tierra, y esta Isla es donde agora está el puerto. Y diré adelante lo que allí nos avino.
Bernal:
Y luego vimos el rio de Banderas que fue donde rescatamos los dieciséis mil pesos y luego le mostramos la isla Blanca y también le dijimos donde quedaba la isla Verde y luego a tierra vio la isla de Sacrificios donde hallamos los altares cuando lo de Grijalva y los indios sacrificados; y luego en buena hora llegamos a San Juan de Ulúa, jueves de la cena, después de mediodía” B60-61. Y Puerto Carrero le dijo aCortés: “Yo digo que mire las tierras ricas y sabeos bien gobernar”, B61
Pasaron mucha sed. Buscan agua, salta a tierra 15 marineros, agua mala. «Y había en aquel estero muchos y grandes lagartos y desde entonces se puso por nombre el Estero de los Lagartos”
Laguna de Términos. Boca de Términos
Sigue la navegación y llegan a Boca de Términos.
Bernal: Yendo por nuestra navegación adelante, llegamos á una boca como de rio muy grande y ancha, y no era rio como pensamos, sino muy buen puerto, é porque está entre unas tierras é otras, é parecía como estrecho; tan gran boca tenia, que decia el Piloto Antón de Alaminos que era Isla, y partían términos con la tierra, y á esta causa le pusimos nombre Boca de Términos, y así está en las cartas del marear:
Cervantes de Salazar: Salió Cortés con su flota en demanda del navío que le faltaba, que con el tiempo se perdió al salir de la Punta de Sant Antón y Cabo de Corrientes, que por ser pequeño no pudo sufrir el tiempo. Llamábase El Guecho. Cresce la mar mucho cerca de Campeche, y es esto cosa de mirar en ello, porque en toda la mar del Norte no cresce ni decresce sino muy poco, desde la Mar del Labrador a Paria. Tráense dello diversas razones, aunque las menos satisfacen.
Prosiguiendo Cortés su derrota, llegó a una ensenada que hace unas isletas, cerca de una de las cuales, que Grijalva llamó Puerto de Términos, halló el navío sano y entero, y toda la gente buena, proveída de mucha cecina que con la lebrela habían cazado; y había tanta copia de conejos, que los mataban a palos. Llamó Cortés a aquel puerto el Puerto Escondido; alegróse grandemente en haber hallado el navío sin haber subcedido desgracia; regocijáronse mucho los unos con los otros, preguntándose cómo les había ido, porque los de la flota creyeron que el navío había dado al través, y estaban ya desconfiados de toparle, o que, a lo menos, morirían de hambre los que en él iban, por no ir muy bien proveídos. Los del navío también creyeron que, o la flota era desbaratada o que habían pasado muy adelante. El Capitán del navío se llamaba Escobar.
Vista actual de Champotón. Fuente: culturacampeche.com
Champotón. Costa de Mala Pelea
Bernal: “Llámase este pueblo Potonchan/Hampoton/ y en las cartas de marear le pusieron por nombre los pilotos y marineros Costa de Mala Pelea” B10.
Champotón
Juan Díaz: La tierra que corrimos hasta el 29 de Mayo que salimos del pueblo del cacique Lázaro, era muy baja y no nos contentó nada, porque era mejor la isla de Cozumel, llamada de Santa Cruz. De aquí reconocimos hasta Champotón donde Francisco Fernández, capitán de la otra armada, había dejado la gente que le mataron, que es lugar distante treinta y seis millas, poco más o menos, de este otro cacique; y por esta tierra vimos muchas sierras y muchas barcas de Indios, que dicen canoas, con que pensaban darnos guerra. Y como se llegasen a un navío les tiraron dos tiros de artillería, los cuales les pusieron tanto temor, que huyeron. Desde las naves vimos las casas de piedra, y en la orilla del mar una torre blanca en la que el capitán no nos dejó desembarcar…
De aquí dimos a la vela para ver si al fin de aquella sierra se acababa la isla: la corriente del agua era muy fuerte. Para allá nos dirigimos y navegamos hacia un lugar asentado bajo la dicha sierra, al que llamamos Almería por causa de la otra que está llena de mucho ramaje…
Estábamos a más de cuatro millas del pueblo de Champotón, y así desembarcamos cien hombres en los bateles, y fuimos a una torre bien alta que estaba en tierra a un tiro de ballesta del mar, donde nos quedamos a esperar el día. Había muchos Indios en la dicha torre, y luego que nos vieron venir dieron un grito y se embarcaron en sus canoas y comenzaron a rodear los bateles; los nuestros les tiraron algunos tiros de artillería, y ellos se fueron a tierra y desampararon la torre, y nosotros la ocupamos. Acercáronse las barcas con la gente que había quedado en los navíos, la cual toda saltó en tierra, y el capitán comenzó a tomar el parecer de la gente, y todos con buen ánimo querían entrar a vengar la muerte de los cristianos dichos y quemar el pueblo; mas después se acordó no entrar y nos embarcamos dirigiéndonos al otro pueblo de Lázaro donde salimos a tierra y tomamos agua, leña y mucho maíz, que es la raíz ya dicha
Bernal: : Al anochecer hay borrasca y cada barco por su lado. Un barco se guarece en una bahía. Desembarcan algunos. “Había por allí unas estancias donde había maizales y hacían sal y tenían cuatro cúes que son casas de ídolos y en ellos y en ellos muchas figuras y todas las mas de mujeres y eran altas de cuerpo. Y se puso aquella tierra la Punta de las Mujeres” B48. Cerca estaba el pueblo donde vivía Aguilar. Le dice a Cortés que por allí había algo de oro y “Cortés le dijo riendo que no venia él para tan pocas cosas sino para servir a Dios y a rey”, B48
López de Gómara: Partióse, pues, Francisco Hernández, y con tiempo que no le dejó ir a otro cabo, o con voluntad que llevaba a descubrir, fue a dar consigo en tierra no sabida ni hollada de los nuestros, do hay unas salinas en una punta que llamó de las Mujeres, por haber allí torres de piedra con gradas y capillas cubiertas de madera y paja, en que por gentil orden estaban puestos muchos ídolos que parecían mujeres. Maravilláronse los españoles de ver edificio de piedra, que hasta entonces no se había visto, y que la gente se vistiese tan rica y lucidamente, ca tenían camisetas y mantas de algodón, blancas y de colores, plumajes, cercillos, bronchas y joyas de oro y plata, y las mujeres cubiertas pecho y cabeza.
Cabo Catoche
Se trata del siguiente hito en la ruta de Cortés y fue precisamente la tierra que primero divisó Hernández de Córdoba al mando de 110 soldados.
López de Gómara: No paró allí, (Córdoba) sino fuese a otra punta, que llamó de Cotoche, donde andaban unos pescadores, que de miedo o espanto se retiraron en tierra, y que respondían cotohe, cotohe, que quiere decir casa, pensando que les preguntaban por [76] el lugar para ir allá; de aquí se le quedó este nombre al cabo de aquella tierra. Un poco más adelante hallaron ciertos hombres, que, preguntados cómo se llamaba un gran pueblo allí cerca, dijeron tectetan, tectetan, que vale por no te entiendo. Pensaron los españoles que se llamaba así, y, corrompiendo el vocablo, llamaron siempre Yucatán, y nunca se le caerá tal nombradía
Viernes a 7 de Mayo comenzó a descubrirse la isla de Yucatán. Este día nos partimos de esta isla llamada Santa Cruz, y pasamos a la isla de Yucatán atravesando quince millas de golfo. Llegando a la costa vimos tres pueblos grandes que estaban separados cerca de dos millas uno de otro, y se veían en ellos muchas casas de piedra y torres muy grandes, y muchas casas de paja. Quisiéramos entrar en estos lugares si el capitán nos lo hubiese permitido; mas habiéndonoslo negado, corrimos el día y la noche por esta costa, y al día siguiente, cerca de ponerse el sol, vimos muy lejos un pueblo o aldea tan grande, que la ciudad de Sevilla no podría parecer mayor ni mejor; y se veía en él una torre muy grande. Por la costa andaban muchos Indios con dos banderas que alzaban y bajaban, haciéndonos señal de que nos acercásemos; pero el capitán no quiso. Este día llegamos hasta una playa que estaba junto a una torre, la más alta que habíamos visto, y se divisaba un pueblo muy grande; por la tierra había muchos ríos. Descubrimos una entrada ancha rodeada de maderos, hecha por pescadores, donde bajó a tierra el capitán; y en toda esta tierra no encontramos por donde seguir costeando ni pasar adelante; por lo cual hicimos vela y tornamos a salir por donde habíamos entrado. Juan Diaz.
Cortés:
Y esta tierra, Muy Poderosos Señores, donde agora en nombre de Vuestras Majestades estamos, tiene cincuenta leguas de costa de la una parte y de la otra deste pueblo. Por la costa de la mar es toda llana de muchos arenales, que en algunas partes duran dos leguas y más. La tierra adentro y fuera de dichos arenales es tierra muy llana y de muy hermosas vegas y riberas en ella, tales y tan hermosas que en toda España no pueden ser mejores ansí de aplacibles a la vista como de frutíveras de cosas que en ellas siembran, y muy aparejadas y convenibles y para andar por ellas y se apacentar toda manera de ganados. Hay en esta tierra todo género de caza y animales y aves conforme a los de nuestra naturaleza, ansí como ciervos, corzos, gamos, lobos, zorros, perdices, palomas, tórtolas de dos y de tres maneras, codornices, liebres, conejos, por manera que en aves y animalias no hay diferencia desta tierra a España. Y hay leones y tigres.
A cinco leguas de la mar por unas partes, y por otras a menos y por otras a más, va una gran cordillera de sierras muy hermosas. Y algunas dellas son en grand manera muy altas, entre las cuales hay una que excede en mucha altura a todas las otras y della se ve y descubre gran parte de la mar y de la tierra, y es tan alta que si el día no es bien claro no se puede devisar ni ver lo alto della porque de la mitad arriba está toda cubierta de nubes. Y algunas veces, cuando hace muy claro día, se ve por cima de las dichas nubes lo alto della, y está tan blanco que lo juzgamos por nieve y aun los naturales de la tierra nos dicen que es nieve, mas porque no lo hemos bien visto (aunque hemos llegado cerca) y por ser esta región tan cálida no nos afirmamos si es nieve.
Díaz, Juan. Itinerario de la armada de Rey Católico a la isla de Yucatán (1518). en la India, el año 1518, en la que fue por Comandante y Capitán General Juan de Grijalva. Colección de documentos para la historia de México. Joaquín García Icazbalceta, 1858.Recuperado de http://www.biblioteca.org.ar/libros/154952.pdf