Nuestra ruta (IV): De Cholula a CDMX por el Paso de Cortés

Relato de viaje, escrito por Sergio Suárez

Día 12 de enero. La noche estruendosa en Cholula nos hace recordar el triste episodio de Cortés y la matanza de Cholula. Al amanecer, dejaremos atrás los maizales y nos dirigiremos a Calpan donde volveremos a encontrarnos con un convento con capillas posas. El Popo, calmado durante la noche, expulsa fumarolas, como si respirara ante nuestra llegada. Es tierra de leyendas como la que los mexicas construyeron de los dos volcanes que tenemos que sortear. Cuenta la mitología mexica que Itzaccihualt era una bella princesa enamorada de Popocatépetl, el más apuesto y valiente de los guerreros. El padre de la princesa envió al guerrero a una batalla con la promesa de entregarle a su hija a su regreso, si este le entregaba la cabeza de su enemigo.  Un tlaxcalteca, pretendiente de Itza le dijo a esta que su amado había muerto en la batalla y logró convencerla para que se casara con él.  Cuando su verdadero amado volvió de la batalla se suicidió al comprobar que su amada había perdido su pureza.

Esa noche los aztecas vieron que en su valle habían surgido dos volcanes: uno con forma de mujer dormida y el otro, alto como un guerrero hincado a los pies de su amada. Estos son los dos volcanes que pueden verse en el paso de Cortés: el Itza, o la princesa dormida, y el Popo, del valiente azteca.

Atravesamos San Nicolás de los Ranchos para emprender una calzada de terrazo de unos 15 km que se sube hasta el paso de Cortés. El paisaje ha cambiado. Los inmensos pinos nos rodean y la vista de los volcanes se pierde. Sabemos que estamos en terreno volcánico por las piedras que encontramos por el camino, la pumita y el basalto. Roja y negra como las construcciones aztecas prehispánicas. En el paso de Cortés recordaremos la hazaña de la expedición hispana y su opción por tomar el camino hacia Tlamanalco. En el horizonte, el altiplano mexicano muestra todo su esplendor. El cambio climático ha reducido el agua que los españoles encontrarían en su viaje. Debemos recordar que México-Tenochtitlán estaba rodeado de agua gracias a su ubicación en medio del gran lago de Texcoco. Hoy seco, el altiplano mexicano se muestra inmenso y masificado.

Vistas desde la carretera del Paso de Cortés

Continuaremos bajando los volcanes hacia el altiplano, dirección Tlamanalco. En esta localidad quedamos impresionados por el Convento de San Luis, con la forma en que los pueblos prehispánicos tallaron y esculpieron la piedra pumita. Ya queda poco para el gran Technochtitlán. Accederemos por el viejo camino de Tacuba para llegar finalmente al recinto sagrado del Templo Mayor, hoy la famosa plaza del Zócalo de Ciudad de México. Hemos llegado al final de nuestra aventura, o al inicio del viaje que explica el mestizaje entre México y España. Hemos logrado crear un vínculo emotivo y eterno entre la cultura española y la mexicana. Ahora nos toca seguir creando puentes que unan estas dos culturas, y que sirvan para comprender mejor uno de los episodios más fascinantes de la historia española y mexicana: el descubrimiento y colonización de la Nueva España quinientos años después.

Tlamanalco