
Relato del viaje, escrito por Sergio Suárez
Día 11 de enero. Nuestra aventura continúa tras esquivar el Cofre de Perote y nos adentra por el desierto de Yucas del estado de Puebla. El paisaje también es asombroso. Dejaremos atrás el volcán de la Malinche y abandonaremos el estado de Veracruz para pasar al estado de Txalcala que será nuestra siguiente parada.

Una vez en Tlaxcala pararemos en el exconvento de San Francisco al tiempo que degustaremos unas riquísimas tortas de miel y cacahuete. Desde el exconvento se ve la hermosa plaza de toros con los árboles de la flor roja en sus copas que antes contemplamos en Xico Viejo. Bajamos una calle escalonada hasta la plaza de Xicohténcatl donde la estatua del famoso y heroico guerrero txalcalteca que opuso resistencia a Hernán Cortés. Su estatua, imponente, nos da la bienvenida. Es la hora de descubrir la famosa y colorida artesanía txalcalteca y, unos metros más adelante, visitar la famosa plaza de la Constitución donde se encuentran los edificios portificados donde vivió Benito Juárez. Todo invadido por restaurantes que enseñan, en la calle, sus delicias gastronómicas. Estamos en la tierra del famoso Pulque, aquella bebida de los dioses prehispánicos. Cientos de stand ofrecen al viajero excursiones a ver las luciérnagas, para visitar plantaciones de Pulque o para asistir a talleres de artesanos locales. Nos informan que la bella catedral de Tlaxcala no puede visitarse porque fue destruida por un terremoto relativamente reciente.
El tiempo apremia y emprendemos nuestro viaje en dirección a Cholula. Antes pararemos en Huejotzingo, donde degustaremos un Mixico Carnero con Nopal, ese cactus que también tenemos en España (la chumbera) y del que se comen las hojas cocidas. En este “poblazón” visitaremos un famoso convento Franciscano, el primero de Nueva España, afectado también por los sismos del eje neovolcánico mexicano. Sus capillas posas son un legado artístico y una prueba de la importancia de la evangelización que los monjes franciscanos llevaron a cabo en la Nueva España.

La ruta de Cortés se adentra en territorio mexica. Cholula es hoy un barrio más de la gigante y bulliciosa ciudad de Puebla. Sus calles –como otro de los pueblos mágicos de México- asombran al viajero por los llamativos colores de sus construcciones. Cientos de tiendas se muestran a nuestros ojos. Da tiempo para degustar los famosos chapulines o grillos de los maizales. Sus proteínas (más que las que podemos obtener tras comer un chuletón) nos darán fuerzas para recorrer las ruinas de la antigua Cholula que se inician con un recorrido por sus túneles, que aún se estudian desde el punto de vista arqueológico. Asistimos atónitos a los murales sobre el Pulque, y subimos a la gran pirámide de Cholula, que hoy corona el Santuario de la Virgen de los Remedios. Desde la gran pirámide se divisa el volcán de Popocatepetl.

Es un buen momento para pasar la noche aquí. Al igual que lo hizo Cortés antes de que este poblazón, fiel a Moctezuma, organizase una emboscada al amanecer. El capitán extremeño lo previó y ejecutó uno de los episodios más traumáticos de la conquista española, que pasó a conocerse como la matanza de Cholula. Intentaremos conciliar el sueño pese al espíritu bullicioso de Cholula. Lo haremos conscientes de que nos queda el gran asalto final a la montaña y el altiplano mexicano, por el paso de Cortés. Una última y gran etapa final de montaña, sorteando los volcanes que se divisan al horizonte, el Popo y el Itza, para divisar desde lo más alto el gran México-Tenochtitlán.